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“La peor enemiga de las letras es la televisión”: Poniatowska en el FIC

Amedi
octubre24/ 2016

Proceso

GUANAJUATO, Gto. .- México es un país en el que se ejerce la crítica como casi en ningún otro, “ahora lo que falta es pasar de la crítica a la acción”, dijo aquí la escritora Elena Poniatowska, quien ofreció una charla como evento principal en el cierre del Festival Internacional Cervantino, en el que llamó a no dejarse influir por la televisión, y particularmente por Televisa, para decidir el voto, y tampoco por la pasividad.

“Tenemos que luchar contra lo que nos evita pensar, contra lo que nos evita sacar conclusiones”, planteó. “La peor enemiga de las letras es la televisión”.

En el Teatro Juárez y acompañada en el escenario por el director del Cervantino, Jorge Volpi, la escritora señaló que es vital “exigir a un gobierno ignorante, no limpio, cochinito, que promueva, que sepa que debe apuntalar todas las instancias culturales de nuestro país; que debe dar educación a todos los jóvenes de este país, que festivales como éste no pueden ser minimizados”.

Festivales como el Cervantino “nos hacen felices, son un momento de alegría, de enseñanza… en vez de que se gaste en cada cosa o que de plano funcionarios se queden con el dinero del erario y que cada presidente de la República trate al país como un rancho de su propiedad -que no lo es-”, por lo que dijo creer que es vital hacer todo lo que sea posible por la educación y la cultura.

A esta cita no pudieron llegar Fernando del Paso y el chileno Jorge Edwards –ambos impedidos por motivos de salud–, quienes conformarían con Poniatowska el trío de escritores galardonados con el Premio Cervantes que el FIC pretendía reunir en esta conmemoración de los 400 años de la muerte del escritor.

“Es muy importante nuestro voto, que no nos dejemos guiar por la televisión  y que sepamos que la primera revolución de nuestra vida es la revolución que uno hace consigo mismo. Entonces, se lucha primero desde adentro, contra nuestras debilidades”, expuso la autora de La noche de Tlatelolco, cuyo contenido –ratificó– es un mosaico de voces de  jóvenes y de madres de familia, principalmente, “porque mío debe haber un párrafo del tamaño de una servilleta”.

Muchas veces la mentira triunfa sobre la verdad y el fraude sobre la verdad o la valentía –mencionó al revisar la visión sobre Cervantes y Don Quijote de otros escritores en la historia–, “pero muchas veces ese triunfo es llamarada de
petate porque la genialidad y la verdad son como el sol que no se puede tapar con un dedo y en eso puede pensarse en Televisa”, apuntó.

Poniatowska mencionó a José Revueltas y Rosario Castellanos como ejemplos de escritores mexicanos “que fueron quijotes o tuvieron actitudes quijotescas” a través de su obra.

“Después el subcomandante Marcos en 1994 se basó en muchos de los libros que hizo Rosario Castellanos, sus dos novelas llamadas indigenistas, Balun Canan y oficio de tinieblas, y sus
cuentos comenzaron a leerse muchísimo”, añadió.

Un país opaco y espeso

Otro recurso que ha sostenido el ánimo de la sociedad, reflexionó ya al responder preguntas del propio Volpi y del público, es el humor.

“El humor de los caricaturistas nos hace un bien infinito, el humor de un hombre como Naranjo, como Hernández, Helguera, nos saca adelante y dan en el clavo. Muchas de las frases que he leído incluso en el Twitter son extraordinarias: además como una tachuela, lo dejan pegado en un muro, en una mesa… además ejerce un juicio muchas veces lapidario del que el funcionario público, escritor o actriz jamás vuelven a levantarse”.

Y fue aquí donde Elena habló sobre esa capacidad de ejercer la crítica desde la caricatura o las redes sociales, que no se ha traducido en la acción social.

Poniatowska aludió a Fernando del Paso, con quien dijo coincidir en su fervor por el Quijote.

“Prefiero al Quijote que a cualquier santo. Me es más fácil rezarle a él que a emperadores o pontífices… San Quijote de la Mancha, ruega por nosotros; no nos desampares, somos tus escuderos, somos tus aposentos, los guardianes de tus ideas, somos tus sortijas y tenemos la virtud de hacernos invisibles, sobre todo porque vivimos en un país opaco y espeso, en el que avanzamos entre maleantes e incapaces…”, fue la plegaria de
la escritora.

Al referirse a su propia obra, Poniatowska la describió como la posibilidad de documentar todas las voces, mirar todas las grandes zonas vacías de México con desiertos sin conocer y
personas sin escuchar, “documentar a mi país”.

“Yo hubiera querido aprender náhuatl, idiomas indígenas para poder comunicarme con la gente, porque me decían cosas que nunca escuchaba en el DF en mi clase social. Por ejemplo, a Jesusa Palancares, la heroína de Hasta no verte Jesús mío, le preguntaba yo ¿cómo era su papá? Me contestaba: -No era ni alto ni chaparro, ni gordo ni flaco, era una cosa así apopochadita. Descubrir que alguien podía ser apopochadito tenía mucho que ver con Cervantes, con Don Quijote, pero en esa época  no lo tenía yo (claro)”.

Así, luego de escribir sobre Demetrio Vallejo, el líder ferrocarrilero al que llamó Trinidad en El tren pasa primero, y sobre mujeres como Lupe Marín, Frida Kahlo (“ya es como un ícono, es como la Virgen de Guadalupe”) de Leonora Carrington o de Nellie Campobello (“que escribió dos libros extraordinarios sobre la Revolución, Cartuchos y Las manos de mamá y nadie le hizo caso”), ahora la escritora está ocupada en descubrir quién fue su padre.

Con dificultades porque no habla polaco y se confiesa ignorante de la historia de Polonia y de Europa, la autora de Tinísima contó que se ha encontrado con un ancestro paterno del siglo XVII, Estanislao Augusto Poniatowski, último rey de Polonia y
a quien le tocó vivir la escisión de su país frente al poder de Federico El Grande de Rusia.

“Como rey le fue muy mal; como amante le fue bien,  porque fue amante de Catalina La Grande de Rusia, que fue otra mujer muy poderosa, y como tuvo muchos amantes los relevaba así como panuchos o algo así. Tengo cartas de la familia donde Poniatowski dice:

-Yo no quiero ser rey, yo quiero estar en tu cama, pero nunca lo regresó a su cama”, describió, desatando las risas del auditorio.

Pero esta búsqueda la ha llevado también a leer a los escritores de la Ilustración francesa, a Rosseau, a Voltaire, a los Enciclopedistas, lo que ha sido un aprendizaje sobre la educación, la honestidad, el amor.

Finalmente, interrogada por alguien del público sobre el otorgamiento del Nobel de Literatura al cantautor Bob Dylan, Elena Poniatowska dijo creer que ha sido positivo que este reconocimiento de la Academia Sueca “abra sus parámetros” porque a fin de cuentas, la literatura está presente en muchos otros campos como la música:

“Creo que se abrieron dos puertas y dos ventanas que estaban clausuradas, y una ampliación de los criterios sí es benéfico para todos, para que se vea que la literatura abarca la música, obviamente la poesía y Bob Dylan es un poeta, y abarca también mover a la gente, sobre todo a los jóvenes, que a través de Bob Dylan lleguen a leer a Tolstoi, a Nabokov, y desde luego a Cervantes y a Shakespeare, eso abrir puertas siempre es bueno, no cerrarlas”.