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Trump(ismo) mexicano

Amedi
marzo14/ 2016

Reforma. Denise Dresser

Allí está el pequeño Trump que cada uno carga dentro. Esa persona frustrada, enojada, rabiosa. Esa persona con sed de venganza, con ansias de retribución. La que lincha al ladrón, la que se arma como autodefensa, la que celebra que cualquier culpable sea exhibido y denostado públicamente. Ante la autoridad ausente, surge el “Vigilante” ardiente. Ante el gobierno fallido, surge quien se apropia de sus funciones al margen de la ley. Ese es el clima en México hoy y explica el apoyo antidemocrático al uso de Periscope por funcionarios para evidenciar -por ejemplo- a #LadyBasura. El ánimo público enardecido aprecia el circo y aplaude a quien arroje a cualquiera allí. El ánimo justiciero se impone a los derechos, a la legalidad, a la cultura cívica y va engendrando, grabación tras grabación, el (Trump)ismo mexicano.

Una manifestación peligrosa porque en lugar de construir cultura cívica, produce insultos y descalificaciones. Un síntoma preocupante porque en lugar de crear hábitos civilizatorios, produce su antítesis. Un City Manager agresivo y abusivo, prepotente y protagónico que usa su celular como un dedo flamígero. Que usa Periscope para difamar a sus críticos y luego borra la grabación. Que echa a andar una maquinaria de bots dedicados a agredir con tuits homófobos o sexistas a quienes lo cuestionan. Produciendo con ello no un sano debate democrático sino divisiones difíciles de remontar. El escarnio como política pública. El uso de la humillación como instrumento de gobierno.

Cuando el problema no es el uso de Periscope per se, sino su uso abusivo por la autoridad. Cuando el problema no es la aplicación de la tecnología sino que el gobierno la use y de manera inapropiada. Cuando el tema no es prohibir la tecnología sino regular la conducta de quien dispone de ella, cuando ocupa un puesto público. Hay una diferencia entre ciudadanos exhibiendo a funcionarios y funcionarios exhibiendo a ciudadanos. Entre ellos existe una asimetría de poder, una asimetría en la capacidad de diseminación, una asimetría en la capacidad de castigo. Y en México el reto principal sigue siendo autoridades que se extralimitan, que violan derechos, que actúan de manera arbitraria. Por eso el peligro de que el gobierno grabe a sus ciudadanos. De la exhibición por una falta administrativa a la condena por un supuesto delito, hay una línea muy delgada.

Esa línea delgada que ha llevado a normar la conducta del gobierno vis a vis los gobernados durante cientos de años. Esa línea delgada que distingue al linchamiento de la ley. Esa línea delgada que el City Manager cruza cuando actúa por la libre, sin protocolos, sin lineamientos, sin tener claro cuál es su papel, mezcla de funcionario que amedrenta y ciudadano amedrentado.

Mientras la población aplaude. Mientras los espectadores en el circo piden más sangre en lugar de exigir mejor gobierno. “Super Arne”, aclaman, sin entender que es un funcionario sujeto a responsabilidades y limitaciones definidas por la ley. Ley que ha violado al difamar a un ciudadano vía Periscope, por lo cual ofreció una disculpa y recibió un ligerísimo regaño de su jefa, Xóchitl Gálvez. Nada más.

Lamentablemente la popularidad de la periscopeada que lleva a cabo Arne aus den Ruthen es reflejo de un fracaso. El fracaso del gobierno delegacional para lidiar con el tema de la basura, o los autos estacionados en doble fila, o la impunidad de los poderosos rodeados de guaruras. El fracaso del gobierno mexicano -de todas las ideologías en todas sus encarnaciones- para proveer bienes públicos como el orden y la seguridad y la limpieza y el imperio de la ley. Como Xóchitl Gálvez no puede asegurar eso, alimenta el capital político que le provee un City Manager al cual no le está permitido legalmente grabar sin autorización o grabar sin identificación. En lugar de atender los retos de política pública, atiende los retos de imagen. La prioridad no es gobernar mejor sino exhibir mejor porque eso genera aplausos y atención y votos.

Los mismos votos que obtuvo Arturo Montiel con su campaña “los derechos humanos son para los humanos y no para las ratas”. Ya vimos cómo acabó eso. En uno de los peores gobiernos que ha tenido el Estado de México y ejemplo de todo lo que no debe hacerse. La ilegalidad no se combate con más ilegalidad. Se combate cuando los ciudadanos obligan al gobierno a hacer la tarea que le toca. Sí, grabando. Sí, usando Periscope. Sí, documentando. Sí, exhibiendo a los mirreyes como los hacen con gran sentido del humor Los Supercívicos. No empoderando a políticos que den trompadas.